Herir con las Palabras: ¡Una dolorosa experiencia!
“Limpiando la
oscuridad del Alma”
Herir con las palabras: ¡Una dolorosa experiencia!
Uno de los
grandes aprendizajes que tenemos como ser humano es aprender a usar las
palabras de manera inteligente, las palabras son un instrumento de creación de
nuestra realidad, con las palabras podemos construir o destruir relaciones
humanas, podemos construir o destruir sueños, ajenos y propios, con las
palabras podemos dejar un legado de amor o de desilusión.
Aprendemos
a utilizar las palabras en la manera que escuchamos la expresión verbal de
nuestro entorno familiar y social desde la niñez, nos entrenamos en el uso de
las palabras cada día en los libros que leemos, en los programas que elegimos
ver en la televisión, en las revistas y periódicos que leemos, en las películas
que observamos, inclusive en las conversaciones que escuchamos en el transporte
público, en los mensajes que leemos en el internet y redes sociales o en las
charlas ocasionales en los eventos de familia, amigos e inclusive en las
conversaciones de los transeúntes de las calles.
En el
sistema Educativo Escolar y Universitario es inexistente una materia de uso de
las palabras acorde con los valores
culturales de la región y un materia de construcción y desarrollo de relaciones
humanas. Aprendemos a ser inteligentes y prudentes con el uso de las palabras
en la medida que cometemos errores y sufrimos las consecuencias del uso imprudente
e incorrecto.
¿Cómo saber cual es el uso correcto
de las palabras?
No existe
un código único y perfecto que defina que es bueno y malo, lo que para una
familia puede ser malas palabras para otra puede ser indiferente, lo que para
una sociedad puede ser incorrecto en la expresión, para otra puede ser
gracioso, las palabras que puede ser insultos para una persona para otra puede
ser normal porque fue criada entre personas que se expresaban de manera natural
con insultos.
En
definitiva no existe buen uso o mal uso de las palabras, lo que existe son palabras que hacen feliz o que enojan a una persona,
como no tenemos conocimiento absoluto que palabras ó expresiones hacen feliz o
enojan a una persona, lo mejor es evitar hablar todo lo que uno piensa, a veces
los pensamientos pueden llevarnos a exagerar o menospreciar los pensamientos
ajenos, más aún si no conocemos bien la filosofía de vida de la otra persona y
si utilizamos demasiada sinceridad y franqueza podemos hablar demás o utilizar
palabras que no son las adecuadas y no expresan la realidad de los hechos,
muchas veces en entornos culturales donde las palabras son utilizadas de manera
informal sin tomar conciencia del poder que poseen, podemos ocasionar malestar,
inclusive ocasionar heridas emocionales a personas que sí le dan el valor y
actúan con formalidad y devoción en la expresión de sus palabras.
La mayoría
de las relaciones humanas que se destruyen o se distancian es por diferentes formas de pensar
que no encuentran punto medio de reconciliación por extrema devoción de cada
parte en los valores personales y familiares de cada parte, de la misma manera la
mayoría de las veces que somos hirientes con las palabras lo hacemos de manera
insconciente desde nuestro punto de vista sin pensar en el punto de vista de los
demás, es señal que todavía estamos en proceso de actuar desde el ego personal
y la única manera de aprender a desapegarnos del ego al expresarnos es
aprendiendo las consecuencias dolorosas de las reacciones que provocamos con el
uso de las palabras consideradas por el entorno como “hirientes”.
Error tras
error, dolor tras dolor, es la escuela que la mayoría elegimos para aprender a
ser prudentes y responsables con el uso de nuestras palabras, en lo personal
utilicé las palabras de manera informal e inconsciente muchas veces, de la
misma forma me expresaba todo lo que pensaba de manera emocional sin usar el
filtro que se llama “ponerme en el lugar de la sensibilidad otro”, y también
actué muchas veces desde el ego personal creyendo que todos tenían el mismo
pensamiento que llevaba en la mente, usaba la burla, la ironía, el doble
sentido, demasiado genérica, ambigua, en fin llena de contradicciones por
ignorar el gran valor que tienen las palabras en la creación del Universo y de
mi vida diaria, gracias a provocar reacciones de malestar, enojo, desagrado y
desilusión, y a todos los amigos que perdí por ocasionar melentendidos con mis
palabras aprendí la lección de “respirar y pensar antes de hablar: si lo que
voy a expresar provocará felicidad, alegría, bienestar en la otra persona entonces
puedo hablarlo; o al contrario si lo que voy a expresar provocará enojo,
malestar u ofensa en la otra persona o desconozco sus valores y no sé como va a
reaccionar”, ante la sensación de provocar el malestar y ante la duda, mejor el
silencio ó mejor ser prudente y objetiva al hablar para evitar los malentendidos,
podemos resumir que día a día uno de nuestros enfoques es aprender a “edificar,
construir” con nuestras palabras y evitar “destruir” con ellas.
El uso de
las palabras tienes que ver con el uso de las emociones, con el uso de la información
que llevo en la mente, con la capacidad de aprender a escuchar a los demás y
con la observación del lenguaje corporal de la persona para percibir la
comodidad ó la incomodidad que ocasiono con la expresión verbal y entonación
que estoy utilizando.
Aprendí a
estudiar las relaciones humanas, volví a usar diccionario para escribir, volví
a leer libros de crecimiento personal para fortalecer términos en la mente que
fortalezcan la educación en valores y motiven hábitos saludables para educar
las emociones, aprendí a practicar el silencio para escuchar más y hablar
menos, aprendí a observar fijamente a los ojos para conectarme con el alma de
la otra persona y percibir su frecuencia de sensibilidad emocional, son
segundos de inspiración para respirar y utilizar el filtro mental que me brinde
las mejores palabras y expresen lo mejor de mí para generar bienestar en la
otra persona al momento de expresarme, y si no tengo nada bueno que transmitir
mejor evitar hablar, respirar profundo y continuar el camino, caminar en
silencio y mirar el cielo es una buena terapia para mover energía y
reencontrarme con la paz interior, ahora entiendo el refrán “A boca cerrada no
entran moscas”.
Al terminar
el día podemos hacernos las siguientes preguntas: ¿Cómo reaccionó cada persona el día de hoy con las palabras que expresé
a cada una de ellas? ¿Estoy construyendo con mis palabras un mundo mejor y
buenas relaciones humanas? ¿Mis palabras transmiten lo mejor de mis
sentimientos?
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